miércoles, 4 de junio de 2008

Crónicas de una Partida

*Este cuento es del mismo alumno que escribió "Crónicas de un Regreso".
Pidió mantenerse en el anonimato solo por estos dos cuentos.

No recuerdo cuando fue la última vez que la vi llorar. Por eso al verla ahora de esta manera me doy cuenta que realmente está afectada, afectada por la partida, partida inevitable, partida que trae un vacío en ella y sobretodo en mi.

La casa está vacía. El atardecer se va de una ciudad que comienza a quedar en silencio. Ya no se oye el canto de los pájaros y más que el silencio es una quietud lo que se empieza a percibir, una quietud que te obliga a mirar tu entorno de otra manera, que te obliga a volcarte hacia tu interior. Mi madre comienza a encender las velas que están sobre las mesas en la terraza, también está triste. Aunque su relación con ella era de amor y odio, está triste. Es inevitable que valoremos cuando lo perdemos. Es casi imposible disfrutar esta vida en su momento, es más fácil disfrutarla en el recuerdo, en lo inmaterial del recuerdo, en lo irreal del recuerdo más que en lo real del momento.

La noche ya se ha hecho presente. Las velas iluminan un lugar que está siendo testigo de un adiós, un adiós que la gente olvida por un momento. Observo las caras de los desconocidos. Me pregunto si sienten la pérdida del adiós. Los veo con la media luz de las velas y no los reconozco, nunca los he conocido. Participan de esta despedida, que quien sabe si en un tiempo más se transformará en bienvenida. Será quizás esta una despedida de tiempos tristes, y podrán venir tiempos mejores, tiempos en donde la plenitud sea quien se instale en su vida, vida que puede ahora estar recién comenzando.

En medio de esta noche ruidosa y poco iluminada por las velas recuerdo el momento en que la vi a ella de otra manera, la vi como a alguien muy cercana, alguien muy mía. Hace ya muchos años nos encontrábamos a la orilla del lago. El día era frío y gris, pero hermoso. Junto con esta imagen me invade un sentimiento de nostalgia, nostalgia de la alegría de descubrir. Su mirada estaba perdida en el lago, estaba triste. De niña fue siempre muy sensible, no lloraba, pero con facilidad la veía triste, cargando en su inocencia y en su silencio con la pena de los demás. No me atrevía a interrumpir su soledad. Pero me acerqué y la abracé. Pero ella no se movía, su mirada seguía perdida. Siempre ha sido como un pozo insondable, llena de un misterio mágico, como si viera algo que uno no es capaz de ver. Unas lágrimas comenzaron a salir de sus ojitos verdes, ojitos que develaban a una niña que no era niña, sino que era un misterio, un misterio de amor. Dejó su mundo interior y se dio vuelta para mirarme. Con esa mirada supe que me era muy cercana, supe que éramos parte de una misma historia.

La veo contenta yendo de un lugar a otro. Es como si quisiera dejar una parte suya a todos los que la vinieron a despedir, es como si supiera que se va para no volver, que nunca más la volverán a ver. Ya no tiene sentido alargar la despedida. Esa mirada no me quiere abandonar, no quiero que me abandone. Ahora ella se encuentra alegre entre sus cercanos. Le pido que me acompañe a la puerta, que ya me voy. Se da cuenta que el adiós es inevitable. Vuelvo a ver esa mirada que es más hacia dentro que hacia fuera.
Cuando estamos solos la abrazo, y se pone a llorar. Me dice que le da pena y yo le digo que a mi también me da pena, y la consuelo diciéndole que todo va a salir bien, que tiene que estar contenta con la decisión, que el cariño crece con la separación y me siento como un idiota consolándola, y me doy cuenta que hay que dejar que la pena salga, y que el cariño se abrace. Primera vez, desde esa vez en el lago, que la abrazo. La tristeza se apodera de las profundidades de mí ser, y me dejo llevar por esta tristeza. Solo nos abrazamos en silencio.

Este momento termina y la vuelvo a mirar a sus ojitos verdes llenos de lágrimas, y ahora se parece a esa niña que me robó el corazón, la vuelvo a abrazar y me despido. Le pido que ahora que se va a dedicar por completo a la oración rece por mí, y le digo que siempre va a ser mi hermana querida.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Puedo enviar mi cuento?
Como lo hago?

Saludos :)

Anónimo dijo...

pongan ma imagemes de la bibloteca y para le pagina de la matte
ya esdta muy bueno que haygan ello una pagina para los alunmos

Anónimo dijo...

Genial la idea! Incentivar a jóvenes a expresarse a través de las letras, nos lleveará a comprender que los jóvenes de hoy sienten al igual que jóvenes de otras generaciones.

!Felicitaciones!

Anónimo dijo...

¡¡¡¡¡GENIAL!!!!